Hablar de Lozano Alarcón, sería consignar la tragedia financiera de Mexicana de Aviación, a quien habrían bajado del aire por ser competencia de los aliados oficiales, al margen de sus problemas económicos todavía no resueltos, entre otras cosas, por los caprichos del poblano. Sería hablar del conflicto con el sector sindical, que pasa por los asuntos de los ferrocarrileros, mineros y de luz y fuerza del centro.
Y si se salva, es porque dicen, todo buen Presidente siempre debe tener un perro guardián a quien poner a ladrar y si le toca ese rol, es porque está claro que en México no existe un Secretario de Gobernación a quien normalmente se le encomendaban las sucias tareas de la política. De no ser así, en un mundo democrático, a Javier Lozano ya le habría costado la chamba y quizá hasta la cárcel.
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