El ave Fenix cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de especias y hierbas aromáticas, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer día ardía. El Fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo la misma ave Fénix, siempre única y eterna. Esto ocurría cada quinientos años.
Si todos pudiéramos tener un micrófono ... tal vez las cosas serían distintas,aunque dudo que tuviéramos el valor de decir lo que pensamos, o de cómo estamos viviendo esta crisis.
Si todos pudiéramos tener un micrófono ... tal vez las cosas serían distintas,aunque dudo que tuviéramos el valor de decir lo que pensamos, o de cómo estamos viviendo esta crisis.
ResponderEliminar